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domingo, 16 de diciembre de 2012

Gerda Taro (1911-1937)

Irremediablemente unida al nombre de su compañero Robert Capa, esta fotógrafa alemana "comprometida con la República" retrata las grandes batallas de la Guerra hasta el momento de su muerte, en el Frente de Brunete

Quizá la primera reportera gráfica muerta cubriendo una guerra, según la definió el día de su fallecimiento la revista Life, Gerda Taro es testigo de algunas de las batallas más importantes de la Guerra Civil española. Comprometida con la causa republicana y autora de innumerables fotografías sobre el conflicto español, su nombre no aparece junto al de los grandes reporteros que cubrieron esta guerra, porque siempre quedó a la sombra de su compañero, el famoso Robert Capa.

Las fotos que ambos realizan de la Guerra aparecen en las revistas francesas con la firma de Capa o, como mucho, con la de «Capa et Taro». Esto, según asegura Ruth Cerf, una suiza prófuga de su país amiga de la pareja, hace que Gerda se sienta "insultada cuando no aparecía su nombre. No veía futuro con Capa". Quizá es por esto que cuando Robert Capa le pide que se case con él, en marzo de 1937, Gerda le dice que no. También influye, según cuenta la misma Cerf, el hecho de que Taro se haya implicado tanto en el destino de la República que para ella, "casarse era implanteable". En realidad, Gerda Taro se llama Gerta Pohorylle, al igual que Capa no se llama Capa, sino André Friedmann. Juntos se inventan al famoso fotógrafo Robert Capa y las fotografías que ambos realizan las firman bajo ese seudónimo que pronto pasa a convertirse en el "nombre oficial" de André.

Nacida el 1 de agosto de 191 en Stuttgart en una familia judía acómodada, estudia secretariado hasta que se enamora de un estudiante ruso de Medicina, quien la inicia en el chevismo. Así comienza a colaborar con organizaciones comunistas, lo que, el 19 de marzo de 1933, la lleva a ser detenida por la policía nazi. Logra salir del apuro convenciendo a los policías de que es una joven boba sin convicciones políticas, y es entonces cuando decide marchar a París, donde traba amistad con Ruth Cerf; así conocerá a Capa. Cerf, que trabaja eventualmente como modelo, en una ocasión se cita con André para una sesión fotográfica y decide llevar a Gerda. Los dos pronto se hacen amigos y, durante unas vacaciones en la Costa Azul, se vuelven inseparables. Por entonces Capa era bastante aficionado a la bebida y muy indisciplinado, por lo que Eva Besnyö, fotógrafa húngara amiga de Capa, asegura que "sin Gerda, André tal vez no lo habría logrado. Ella le dio un norte".

Poco a poco Gerda y André se van haciendo un hueco en el mundo de la fotografía parisina y, nada más tener noticia del alzamiento en España, deciden cubrir la Guerra. Llegan a Barcelona el día 5 de agosto de 1936 y quedan maravillados por el ambiente revolucionario que se vive en sus calles. Juntos recorren los primeros frentes de la Guerra española y hacen espléndidas fotografías que envían a Francia: la toma del Alcázar de Toledo, la resistencia en Madrid, la caída de Málaga...

A finales de marzo del 37, se instalan en Madrid, en el hotel Florida, donde coinciden con Hemingway y con Alberti. Al poco tiempo, el 26 de abril se produce el bombardeo de Guernica y André marcha hacia Bilbao.

Sola en Madrid, Gerda traba una estrecha relación con Alberti y su mujer, María Teresa León, a los cuales enseña nociones de fotografía. Tras su muerte, Alberti dirá de la pareja: "Mereceríais ahora, pequeña Gerda Taro y Robert Capa, un recuerdo visible en cualquier campo de batalla de entonces, (...) para que sintiéramos ondear, aunque invisible, aquella pobre bandera tricolor que combatía por la paz".

En junio, ya juntos de nuevo, la pareja cubre la Batalla de La Granjuela (Córdoba), donde conocen a Alfred Kantorowicz, el comisario político del Batallón Chapaiev. Éste escribe en su diario que Gerda era increíblemente atractiva y que era imposible detenerla cuando se decidía a captar una instantánea: "Nada pudo contenerla cuando se echó la cámara al hombro y, con gran imprudencia, en pleno día, corrió sin cubrirse 180 metros".

Al mes siguiente Capa marcha a París quedando Taro en la capital española para cubrir el II Congreso Internacional de Escritores. A estas alturas, colabora con Ce Soir, un periódico comunista. Es entonces cuando sus fotografías empiezan a aparecer, por fin, con su firma. También a partir de ahora es cuando la pareja comienza a desligarse.

En Madrid, Taro se aloja en el hotel Casa de la Alianza, donde se hospedan famosos escritores, entre ellos Pablo Neruda; Gerda se convierte en la estrella, organizando fiestas y, según algunos testimonios, flirteando con algunos de los huéspedes.

El 12 de julio parte hacia Brunete, donde se está dirimiendo una dura batalla y pasa varias horas fotografiando un triunfal asalto republicano sobre las posiciones de los alzados. Unos días después acompaña a Claud Cockburn, corresponsal del periódico británico Daily Worker, a la primera línea del frente. Como recuerda Cockburn "llegamos a la conclusión de que teníamos muy pocas posibilidades de salir de allí con vida. Entonces (Gerda) se levantó y empezó hacer fotos de los aviones". Cuenta Alex Kershaw que "Gerda ya no hacía distinción entre ella y los combatientes republicanos". "Cuando piensas en todas las personas magníficas que hemos conocido que han muerto" dice Taro, "tienes la absurda sensación de que de algún modo no es justo seguir vivo".

Taro tiene que volver a París el lunes 26 de julio, por lo que el 24 decide ir una última vez a Brunete. Ese día tomará las que serán sus últimas fotos. Llega al frente junto a Ted Alian, también periodista, y allí pasan todo el día hasta que la situación se hace demasiado complicada y deciden marcharse, primero a pie y luego en un coche que lleva a tres hombres heridos. No hay demasiado espacio y Gerda se agarra como puede a un lateral del vehículo. En ese momento un tanque republicano se acerca hacia ellos, su conductor pierde el control y chocan contra el coche, pasando el tanque por encima de Gerda.

La fotógrafa es trasladada a un hospital de El Escorial. Según la enfermera que le atiende, una norteamericana llamada Irene Spiegel, aún está consciente cuando llega. La sanitaria explica que "el tanque le había abierto el estómago y tenía heridas abdominales muy graves. (...) Lo único que dijo fue '¿Están bien mis cámaras? Son nuevas. ¿Están bien?'". Las fotos que toma ese día nunca llegan a aparecer. A las 6 de la tarde del lunes 26 de julio, Gerda Taro muere.

Su cadáver es trasladado a París y la prensa de izquierdas de toda Europa habla de ella, especialmente la revista Ce Soir, que dedica numerosas páginas a rememorar su vida. El viernes 30, el ataúd de Gerda llega a la capital francesa, donde cientos de comunistas y amigos, con Capa en primera fila, se reúnen para recibirla. También en España se celebra un funeral en su nombre, organizado por el propio Rafael Alberti, en la sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas.

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