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domingo, 8 de abril de 2018

Momentos difíciles

Malos tiempos nos han cabido en suerte.

Al comentarlos nosotros no hemos de salimos del marco de la más serena imparcialidad, contribuyendo en todo momento al aquietamiento de los espíritus y rehuyendo de toda apreciación que sirva de pretexto para encender esa guerra civil, en que se están consumiendo la economía nacional y se está evaporando el espíritu de la raza.

El camino porque marcha la sociedad española no conduce más que a la destrucción del país y desgraciadamente, cuando no hablan los ideales, sino que todo se dirime, por la violencia y por los atentados personales, las pasiones seguirán crecientes, los odios se irán reconcentrando, para hacer explosión en daño del interés público y de la tranquilidad social.

Sabemos nosotros que ante ese doloroso espectáculo, que ha polarizado en los extremos más opuestos, muchos de los que nos leen no se sentirán satisfechos porque alienta en ellos la mas fervorosa protesta y los más hostiles sentimientos.

Sin embargo creemos que no son estos los momentos más adecuados para echarse por esos senderos, ni para desbordarse con actitudes de violencia.

Deber de todos es hacer un llamamiento a la cordura, lamentando y protestando de esos derramamientos de sangre y de esa caza inhumana a que parece haberse dedicado los españoles.

A las autoridades incumbe darse cuenta del estado del país y poner coto a ese lamentable abuso, de resolverlo todo con la pistola y de que los ciudadanos no cuenten con el amparo de las leyes y con la garantía de su seguridad personal.

Hay crímenes que llegan a lo más íntimo de la conciencia nacional y que producen en toda alma honrada la más enérgica repulsa, porque en ellos se hacen patente la baja condición moral de los que los realizan y de los que seguramente son sus impulsores.

El Gobierno ha dicho que está dispuesto a poner coto a esas bárbaras agresiones, castigando con mano dura a los que utilizan esos reprobables procedimientos.

Pues hay que animarle a que utilice los resortes que están en su mano, haciendo que la Ley caiga por igual sobre todos los delincuentes, sean del sector que sean.

Hemos lamentado en muchas ocasiones y seguiremos lamentando la preponderancia que el sectarismo político ha tomado, haciendo que estos acontecimientos dolorosos que lamentamos y que otros problemas de transcendental importancia para el país se hayan agudizado, haciendo imposible la vuelta a la normalidad y la convivencia respetuosa, ya que no puede ser fraternal de todos los ciudadanos españoles.

Con absoluta unanimidad toda la Prensa, hasta aquella que milita en los extremos más opuestos, se pronuncian contra este estado de cosas y piden por un deber inexcusable de ciudadanía que cese ya este estado qué conturba y anodada al espíritu nacional.

El Tiempo, Murcia, 15 de julio de 1936, Año XXVIII, Nº 9063

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