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martes, 16 de septiembre de 2014

El heroísmo y la modestia de Joaquín García Morato

Aquella tarde en Griñón... ¿Pero para qué referir de nuevo el luctuoso accidente que vino a enlutar el júbilo de la victoria? Digamos solamente que sobre aquel pedazo de tierra castellana, entre las flores con que la primavera engalanaba los campos y las banderas triunfantes que esmaltaban de oro y rojo los límites del aeródromo, cayó, vencido por el Destino Joaquín García Morato, el héroe nacional de nuestra, gloriosa Aviación. Él, que tantas veces había desafiado a la Muerte en las rutas azules del Infinito, se desposó con ella en una sencilla fiesta deportiva, en la que el peligro, tenía escasísimas posibilidades. Se fue García Morato a hacer su guardia eterna en el cielo, pero sus hazañas guerreras quedarán grabadas con letras de oro en la nueva Historia de España, cuya primera página se escribió en África el 17 de Julio de 1936. 

Como resumen de la actuación del héroe durante la Cruzada Nacional, haremos presente que pocos días antes de su muerte, declaraba a un periodista, que había derribado cuarenta aviones enemigos.

Se conocen, en su mayoría, las proezas realizadas por García Morato, pero queda aún mucho que decir de su competencia técnica, de cómo era en su trato particular este Caballero del Aire, laureado con la Cruz de San Fernando, de su modestia, que es el don que más enaltece a los hombres que recibieron de Dios el privilegio de poder elevarse, por sus méritos, sobre los demás mortales.

Uno de los mejores amigos de Joaquín García Morato era el notable artista y -conocido- sportman cordobés, Juan Barasona, y a él nos hemos dirigido para que nos hable del héroe que no pudo disfrutar de la paz victoriosa ganada por el Caudillo, y a la que él había contribuido poniendo al servicio de la Patria su indiscutible pericia y su ilimitado valor. 

Por la amistad que le unía con Joaquín y con sus primeros compañeros de Grupo, Bermúdez de Castro y Salvador, fue Barasona el que pintó en los aparatos de la escuadrilla que el primero mandaba, el lema de «Suerte, vista y al toro», que tan popular se hizo en poco tiempo. Y también ha sido nuestro paisano el que ha dado cumplimiento al último encargo que le hiciera García Morato, y que consistía en la confección de un arca de madera, con preciosas labores en plata y esmalte para regalársela a la madrina de la «Caza Azul», excelentísima señora marquesa del Mérito. 

García Morato -nos dice Barasona- no vivía más que para su profesión y sus conocimientos técnicos eran tan profundos, que bastaba una palabra suya para desvanecer cualquier duda. Aparte de los vuelos que realizaba, dedicaba diariamente muchas horas al estadio y dirigía en los talleres de Aviación los trabajos que a él lo interesaban. 

Era un hombre excesivamente modesto. He aquí, para demostrarlo, un caso que solía repetir siempre que las circunstancias lo permitían. Como en toda España se lo profesaba gran admiración y cariño, bastaba que al llegar a alguna ciudad se dijera «Ahí va Morato», para que se realizaran manifestaciones en su honor. Para rehuir éstas, cuando iba con otros aviadores solía desviar de él la atención de la gente señalando a alguno de sus compañeros y diciendo que aquel era Morato. Mediante esta estratagema, él lograba escapar silenciosamente del grupo, mientras los manifestantes extremaban su entusiasmo aplaudiendo y vitoreando al sustituto. 

Entre los muchos documentos gráficos que posee Barasona en su archivo y que acreditan la amistad que le une con la mayor parte de los aviadores españoles, escogemos para ilustrar esta información, una fotografía del aparato que utilizó García Morato durante la campaña, y otra en la que se reproduce la «mascota» del grupo «Caza Azul» y que no es otra cosa sino el timón de un «Curtís» derribado al enemigo, en el que se llevaba una curiosa estadística de los aviones rojos abatidos por los componentes de la unidad. Tiene también la «mascota», el emblema del grupo, y aún cuando al principio de la guerra se empezó a consignar en aquélla los nombres de los aviadores que morían gloriosamente en lucha por la salvación de España, mas tarde fueron sustituidos por la siguiente
inscripción: «Cazadores Azules Caídos, ¡Presentes!» 

El recuerdo del héroe caído en el aeródromo de Griñón no se extinguirá nunca pues aunque la actual generación desaparezca, el esclarecido nombre de García Morato vivirá siempre en la Historia para orgullo de la España inmortal, que surge de la guerra, grande, fuerte y poderosa y ya para ejemplo de todos los españoles que sientan en su corazón el amor a la Patria.

Azul : órgano de la Falange Española de las J.O.N.S. Año 862 Número - 1939 julio 18

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