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jueves, 7 de marzo de 2013

Rafael Sánchez Mazas (1894-1966)


Superviviente del fusilamiento colectivo en el santuario del Collell, el escritor, amigo personal de Primo de Rivera y destacado ideólogo de la Falange fundacional, regresa convertido en héroe a la España nacional

Rafael Sánchez Mazas corre por un bosque de encinas, entre la maleza, bajo la lluvia. Cae en el barro del paraje gerundense cercano al santuario de Santa María del Collell, en las proximidades de Bañolas. Vuelve a levantarse. Trata de ocultarse en la foresta. Huye de las balas que acaban de indultarle, balas esquivas y misericordiosas, casi mágicas, del fusilamiento masivo de falangistas y otros significados presos nacionales que allí se produce en la mañana del 30 de enero de 1939. Cuatro días antes, las tropas franquistas han tomado Barcelona.

Sánchez Mazas ya ha logrado en otras ocasiones escapar de una muerte casi inminente. Lo ha hecho en Madrid y en Barcelona. Cuentan que una gitana, poco antes de ser arrestado en 1937, en el bar Iberia de la Ciudad Condal, adonde acude a una reunión de quintacolumnistas afines a Falange, le ha profetizado: "Tu sangre no será derramada".

Tras su detención en Cataluña, el escritor ha pasado un año recluido a bordo del barco prisión Uruguay. La
víspera de esa madrugada de enero la ha vivido esperando su ejecución junto con unos 50 presos, falangistas, banqueros, abogados e intelectuales, en el santuario del Collell, llevados allí por las tropas republicanas en su huida hacia la frontera.

Según contará más tarde el escritor franquista Félix Ros en su Preventorio D, en el Collell, santuario convertido en checa, durante 1938 se hacinan unas dos mil personas -Ros entre ellas- y, a diario, al menos 14 cadáveres salen hacia fosas públicas, resultado de la disentería, la falta de higiene, la sarna, el hambre y las epidemias.

Antes de marchar hacia el patíbulo, Sánchez Mazas ha pasado junto a otros 50 compañeros de sentencia por las escalinatas simétricas del monasterio. Momentos después, tras oír las bendiciones del sacerdote, esa mañana de invierno de 1939, las balas han perdonado al escritor falangista, que sigue corriendo y cae por un terraplén hasta ir a parar en una fosa, donde permanece bastante tiempo. La lluvia se le cuela por sus quevedos de montura de pasta y le empapa la pelliza de pastor. "En la huida", recuerda, "según ley militar, lo mejor es no cambiar de refugio hasta que caiga la noche". Pero un miliciano, de los de la cuadrilla que ha salido en su busca, le encuentra, le detiene y le encañona. Rafael Sánchez Mazas ha perdido sus gafas y apenas ve el gesto de su cazador. El soldado republicano, en el último momento, en un gesto tan magnánimo como el de la munición de los fusiles tempranos, le deja seguir en libertad, le perdona la vida y al grito de sus compañeros, que le preguntan en la distancia si ha encontrado algo, responde: "Por aquí no hay nadie".

Esta es la imagen más conocida últimamente de Rafael Sánchez Mazas, escritor, ideólogo y uno de los padres literarios del falangismo español. Javier Cercas ha inmortalizado esta anécdota en su novela de mayor éxito, Soldados de Salamina, posteriormente llevada al cine por David Trueba.

El otro superviviente de las ejecuciones del Collell, el también escritor Pascual Aguilar, ha dejado igualmente testimonio de aquel episodio en su volumen Yo fui asesinado por los rojos.

Tanto Sánchez Mazas como su hijos -el también escritor y premio Cervantes Rafael Sánchez Ferlosio, o el filósofo, lógico matemático y ensayista Miguel Sanchez-Mazas Ferlosio-, han contado cómo más tarde un grupo de campesinos republicanos desertores -"los amigos del bosque", como los llama el escritor- le encuentran poco deambulando, casi ciego y hambriento. Le ayudan a a esconderse en un pajar de Mas de la Casanova. Daniel Angelats, Joaquín Figueras y María Ferré se cuentan entre estos benefactores que ayudan a los futuros vencedores del bando nacional, un poco a modo de salvoconducto en los últimos momentos de una contienda que ya se intuye del todo perdida por el bando republicano.

Unos diez días después, ya en Barcelona, Sánchez Mazas puede contar en un noticiario radiofónico el milagro de su supervivencia de entre los "mártires de Collell", como se llamará tras la Guerra a los allí fusilados.

Rafael Sánchez Mazas nace en Madrid en 1894, hijo de padres vascos, y se cría en el seno de una familia burguesa de Bilbao. Estudiado con los jesuítas en Orduña y se licencia en Leyes en el colegio de los Agustinos de El Escorial. Poeta muy precoz, escribe sonetos conmovedores desde la adolescencia.

Miope, de nariz prominente y altura notable, pronto descubre en el periodismo una de sus pasiones. Colabora para El Sol, Cruz y Raya y Acción española.

Se convierte en reportero, y su labor le vale en 1921 el Premio Nacional de Crónicas de Guerra por sus piezas como corresponsal durante el desastre de Annual, adonde ha acudido como enviado del diario El pueblo Vasco.

Aunque ya en esos textos se aprecia claramente su patriotismo, su idealismo a ultranza y su defensa de la muerte redentora -"¿Es que tú te imaginas una muerte mejor que la de éste que da su sangre de veinte años a la orilla tibia del mar por su patria?"-, las crónicas de la derrota española en su empeño colonial, así como su experiencia entre los africanistas, van a procurarle crédito suficiente como para avalar su propia vida cuando años después el mismo ministro Indalecio Prieto consiga rescatarle de una condena a muerte tras ser detenido en un control en Madrid, ya comenzada la Guerra Civil. Y es que con Prieto había compartido trincheras y camaradería de cronistas en las arenas de Marruecos.

Tras su experiencia en el norte de África, Sánchez Mazas viaja a Roma, donde permanece durante ocho años como corresponsal del diario ABC. En Italia asiste en primera fila al ascenso al poder de Benito Mussolini, la Marcha sobre Roma, los primeros pasos del Fascio. En estas crónicas se plasma de nuevo su talante antidemocrático -"esa abyección socialista"—, su admiración hacia el fascismo -"viril, divertido, generoso"- y su campechana aquiescencia con las represalias fascistas -"lo más que han hecho es dar una azotaina en los barrios extremos y mandar a la cama a alguna pandilla de subversivos"-. Así, por ejemplo, a propósito de los himnos de los camisas negras fascistas, anota: "Ojalá algún día pueda escuchar con los cabellos blancos esta misma canción en mi patria, bajo las ventanas de mi cuarto de trabajo".

De vuelta a España, la intención de importar los modelos italianos parece evidente. "¡Arriba España!", corea junto a Primo de Rivera en los mítines de Falange, partido en cuya constitución él mismo será pieza clave. Grito que él ha acuñado, igual que ha redactado la Oración por los muertos de Falange, o el juramento impreso en todos los carnets de afiliado. Con Agustín de Foxá -autor de Madrid de corte a checa- y su amigo Primo de Rivera, entre otros, colabora en la composición del Cara al Sol.

Así se erige como uno de los voceros de la retórica del falangismo: «Persistid. Ni la imbecilidad asqueante de la derecha, ni la canalla aguda de la izquierda podrán pervivir en nuestra España. A nosotros nos toca combatir por Dios y por la Patria hasta la muerte. Y luego vendrá la Primavera. Dad al viento el grito: '¡Arriba España!' que es como decir '¡Abajo ellos!'". Y así, durante toda su vida presumirá de ser el dirigente de Falange más antiguo de España, si bien su carnet de afiliado lucía en realidad el número 4.

Publica bajo el seudónimo de Persiles un libro sobre las relaciones hispano italianas, España-Vaticano (1932). Pronuncia conferencias ante diversas audiencias, y escribe artículos para los boletines oficiales y oficiosos del falangismo español, como El Fascio o F.E., semanario en el que es responsable de la sección Normas y Estética de Vida. En estos discursos y escritos depura los principios de este ideario o ensalza sus símbolos. "Repongamos en el escudo yugo y haz", reclama en una ocasión en la Universidad Menéndez Pelayo. "Tornemos, más que a una política, a una disciplina, a una conducta, a un estilo, a un modo de ser, a una educación. Unamos a la laboriosidad cotidiana la audacia vigilante y el ojo seguro del sagitario (...). ¡Escudo virgiliano de la Reina Isabel! Haznos volar, aguijonear, arar, tender el arco en afinada puntería, espolear la yunta y el vuelo, tener una conciencia diaria del surco y de la trayectoria. Entre el yugo del buey y el haz de flechas tú podrías volverte nuestro cuadrante, en espera del Mediodía".

Más tarde publicará ensayos de teoría política como Las tres edades de la política. Católico convencido, el poeta que ha escrito sonetos al hilo de las obras escultóricas de Moisés de Huerta -Quince sonetos para quince esculturas, de 1917- escribe en revistas y hojas volanderas poemas cristianos: "Señor, desnudos, como tú, nacemos, desnudos engendramos y sufrimos; desnudos, como tú, Señor, morimos, porque desnudos resucitaremos". Otro de sus hijos, el cantante Chicho Sánchez Ferlosio, asegura que fue precisamente la afrenta republicana a la jerarquía eclesiástica, el talante anticlerical y el laicismo del Frente Popular, la quema de conventos o la tortura de religiosos, tanto o más que la amenaza soviética, lo que convenció a Rafael Sánchez Mazas, «"librepensador, una persona que nos dejaba fumar en casa a los 14 años, en absoluto un meapilas", para atrincherarse en las filas del falangismo.

Cuando la Guerra comienza se encuentra en Madrid. Allí es detenido, encarcelado en la cárcel Modelo y por primera vez indultado. El propio Indalecio Prieto le recomienda que se refugie en la embajada chilena, donde permanece durante más de un año y donde, noche a noche, lee a sus compañeros fragmentos de una de sus novelas, Rosa Kruger, una historia de amor itinerante, bizantina y cosmopolita en tiempos de guerra. Novela que, tras ver parcialmente la luz en las páginas de la revista Vértice, sólo habrá de publicarse de manera postuma: "Rosa Kruger era para mí todo esto: era ya Europa, pero una Europa fresca y antiquísima, carnal y angélica a la vez (...). Era, al fin, la Europa de las blancas cigüeñas que vuelan con el júbilo matinal de las campanas sobre las agujas de la catedral de Estrasburgo y traen niños rubios y sonrosados a los matrimonios burgueses y felices".

La huida accidentada de Sánchez Mazas de la capital, quizás rumbo a Francia, en un camión de hortalizas que se dirige como primera estación a Cataluña, la han contado los propios hijos del falangista.

Después, el arresto en Barcelona, la condena a 30 años, la reclusión en el barco cárcel Uruguay, la huida del Collell, el regreso a la Barcelona liberada y el fin de la Guerra.

Cuando acaba la contienda, Sánchez Mazas, convertido en héroe que recibe homenajes, como el del 9 de abril de 1939 en Zaragoza presidido por Serrano Suñer, tiene cuarenta años. Es una personalidad política y literaria, un gran nombre. Jura en el Monasterio de las Huelgas su cargo como ministro sin cartera durante el primer Gobierno de la Dictadura, y poco después es nombrado consejero nacional de FET y de las JONS.

En 1940, es elegido miembro de la Real Academia Española. Desde 1950, preside el Patronato del Museo del Prado.

Durante esos años, se le tacha de nostálgico y excéntrico. Su literatura escrita tras la Guerra no alcanza sin embargo la fama y calidad que se espera. Su novela católica La nueva vida de Pedrito Andía, publicada en 1951, no satisface a la crítica de su época, ni tampoco a la revista Indice, que la ataca duramente. Una adaptación cinematográfica poco lucida, realizada en 1965 con un Joselito adolescente como protagonista, no sirve para otorgarle mayor gloria.

Rafael Sánchez Mazas muere en Madrid en 1966, tras haber dejado publicado su libro de narraciones Las aguas de Aberloa o el de ensayos Fundación, hermandad y destino. Postumamente, su producción poética, casi toda acomodada en los moldes formales clásicos y casi toda dispersa, hasta entonces, en revistas y otras publicaciones periódicas, se recoge bajo el título Sonetos de un verano antiguo y otros poemas (1971): "¿Quién pasó murmurando: caduca y pobre arcilla? / Dime: ¿quién te decía carne perecedera? / Un día tornará, señora, cuanto era / como se han de hacer flor los granos de la trilla. / Este es nuestro ascetismo: damos como semilla / aventada las carnes a la hoya postrera / y aunque pase la edad sin una primavera / tras el Juicio tendremos primavera en Castilla".

. Como salvó su vida, Sánchez Mazas (Labor, 13/2/1939)

3 comentarios:

  1. " Persistid. Ni la imbecilidad asqueante de la derecha, ni la canalla aguda de la izquierda podrán pervivir en nuestra España. A nosotros nos toca combatir por Dios y por la Patria hasta la muerte. Y luego vendrá la Primavera. Dad al viento el grito: ¡Arriba España! ".

    Un poeta, ni un canalla ni un imbécil de la Expaña del siglo XXI.

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  2. Rafael era un tipo rarito, pero un gran escritor, sus libros son una delicia. Lástima que por ser el nº 4 en su carnet falangista y creador del Cara al Sol se le haya ninguneado de las letras españolas. Pero tenemos a su hijo Rafael Sanchez Ferlosio que ha cosechado muchos éxitos.

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