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viernes, 21 de septiembre de 2012

Alberto Bayo (1892-1967)


Fiel al Gobierno de la República y defensor de Barcelona frente a la sublevación rebelde, dirige el desembarco en Mallorca de más de 6.000 hombres, el mayor realizado por el Ejército republicano durante el conflicto

"Me sorprendieron las luces del nuevo día sin haber podido cerrar los ojos y estábamos, ya, frente a las costas de Punta Amer. Era la madrugada del 16 de agosto. Ordené al capitán del instructor Almirante Miranda que se acercara lo más posible a la costa, ya que sabía que era el sitio más desguarnecido y de fácil acceso para nuestro contacto con tierra. Arengué a la fuerza y pedí voluntarios para que me acompañaran y, en seguida, se presentaron muchos más de los que cabían en la primera lancha motora". Así es como relata el general Bayo la expedición militar para la conquista de las Islas Baleares, en su libro de 1944 Mi desembarco en Mallorca, editado ya en el exilio mexicano.

El comando de esta expedición es la acción más importante del militar republicano Alberto Bayo Giroud, nacido en Camagüey (Cuba), en 1892. Tras cuatro años de estudio en Estados Unidos se educa, militarmente hablando, en el Alcázar de Toledo, y obtiene el título de piloto en la Escuela de Aviación Militar
de Madrid. Participa en la campaña de África, en la que permanece cinco años en el Tercio Extranjero y en las Fuerzas Militares nativas (fuerzas magrebíes, capitaneadas por oficiales españoles, que servían a España en África).

Cuando se produce el levantamiento en Barcelona por parte de los nacionales, el 19 de julio de 1936, Bayo está destinado como capitán aviador del Aeródromo del Prat de Llobregat. Según sus propias palabras, queda entusiasmado cuando le encargan encabezar la misión en las Baleares: "Vi el cielo abierto cuando aprecié que la propuesta de la conquista de las Baleares, planeada; y presentada por mí, al Gobierno de la Generalitat de Calatuñá, quedó en principio aceptada".

La propuesta es aprobada por unanimidad y Lluís Companys, presidente de la Generalitat, firma el 1 de agosto de 1936 un comunicado donde deja clara la potestad de Bayo para encabezar el mando de la organización del desembarco en las Baleares.

El 16 de agosto se produce la ocupación de Mallorca. Al Cabo de Punta Amer llegan algo más de 6.000 hombre; comandados por el general Bayo. Tras el éxito de la operación y una larga mañana de indecisión, los nacionales realizan un férreo contraataque al que se suman las bombas de los aviones italianos, que las fuerzas republicanas deben resistir.

Las playas se llenan de muertos y heridos: "El espectáculo era, inenarrable, deprimente, dantesco, para no desmoralizar a mis fuerzas reduje el número de muertos a una veinteava parte. Ninguno supo la terrible verdad del desembarco", cuenta en su libro. El 3 de septiembre Bayo se retira de Mallorca, y abandona a su suerte a sus hombres y material importante.

Bayo culpa al ministro de Marina, Indalecio Prieto, de dar la orden de retirar sus tropas. Por su parte, Manuel Azaña, defensor de Prieto, dice en sus Memorias que "la decisión la tomó el Gobierno presidido por Giral, del que no formaba parte Prieto". Sin embargo, Prieto, dos días antes de entrar a formar parte del primer Gobierno de Largo Caballero, que se instituye el mismo día de la retirada de Bayo, publica un artículo en el que se muestra contrario a la expedición.

Según el historiador Gregori Mir "no cabe duda que la orden de retirada la dio el Gobierno de Giral, pero no es aventurado suponer que una de las condiciones de Indalecio Prieto para aceptar la cartera de Marina pasaba por abandonar Mallorca".

Josep Massot i Muntaner, en su libro La Guerra Civil a Mallorca, afirma que "el abandono de la isla fue un error». Para el historiador mallorquín "la retirada fue el origen de la pérdida de la guerra por parte de los republicanos".

Al finalizar el conflicto, en 1939, Alberto Bayo se exilia en México. Allí se dedica a múltiples actividades, relacionadas siempre con el mundo de la docencia. Consigue una cátedra en la Escuela de Aviación Militar e interviene en diferentes países centroamericanos.

En 1955, Bayo conoce a Fidel Castro y a Ernesto Guevara, el Che, con quienes inicia una estrecha relación, hasta el punto de trasladarse a su Cuba natal con el fin de participar en la lucha guerrillera en Sierra Maestra, donde pone en práctica sus teorías sobre las guerrillas, de las que se considera un especialista y por las que muestra un gran interés en la Guerra Civil. Gran parte de los caídos durante la revolución cubana son alumnos suyos en estas prácticas militares.

Aparte de dedicarse a dar clases, Bayo escribe novela, poesía y relatos históricos, relacionados todos ellos con la vida militar o la guerra. Aún en España publica La guerra será de los guerrilleros (Barcelona, 1937); y, posteriormente, el ya citado Mi desembarco en Mallorca, de 1944; Mis versos de rebeldía (México, 1958); Tempestad en el Caribe, de 1950, con prólogo del Che Guevara; y Fidel te espera en la Sierra, Sangre en Cuba y Ciento cincuenta preguntas a un guerrillero, todos ellos de 1958. Con el fin de amenizar sus clases, inventa sonetos sobre los códigos de los guerrilleros: "¿Quieres ser un perfecto guerrillero?/ Sé obediente sin fin, disciplinado/ Jamás preguntes nada, sé callado/ Muy noble y servicial/buen compañero/ Con el fusil, un tirador certero/ En las marchas'muy largas, entrenado/ Con todos los demás siempre taimado/ Con los tuyos, perfecto caballero".

En los apuntes bibliográficos sobre Bayo, aparece una curiosa partida de ajedrez que disputó con el comandante Che Guevara. Fue en Cuba, en el salón de análisis y prensa instalado en el hotel Habana Libre, en mayo de 1962. Parece ser que aquella lucha en el tablero resultó emocionante, dada la personalidad de los contendientes. En Mi aporte a la Revolución Cubana (1960), Bayo escribe:
"Guevara y yo éramos los únicos ajedrecistas de igual fuerza que estábamos en el campamento Las Rosas, Chalco (México), y a la luz de un cabo de vela de llama oscilante, bailadora y juguetona, nos echábamos todas las noches grandes partidas de ajedrez a cara de perros. Aunque se indigne y eche los pies por alto, diré -ahora que no nos oye- que yo era mejor que él y le ganaba más partidas".

Un alumno le recordó estas palabras y les invitó a que se retaran allí mismo. Y así, sin pronunciar palabra, se pusieron frente a frente. La noticia del inusitado encuentro animó el salón de análisis y prensa. Llegaron fotógrafos, periodistas y aficionados. En la apertura, las blancas -en manos de Bayo- quedaron mejor, pero en las complicaciones entre el medio juego y el final, el Che impuso su estrategia y consiguió la victoria.

Alberto Bayo fallece en La Habana, en 1967, como general del Ejército de Fidel Castro, la más alta graduación del Ejército cubano.

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